lunes, 5 de mayo de 2014

El Estado de la región, ¿soluciones o más decepciones? Artículo publicado en el Hoy en junio 2013

(Por si alguien siente curiosidad por aquello de comparar, a continuación se presenta el artículo que con motivo del debate del estado de la región 2013, me publicó el diario Hoy en junio de 2013).

El Estado de la región, ¿soluciones o más decepciones?
Julián Carretero Castro. Secretario General de CCOO Extremadura

La política es ideología y el estado de bienestar es una forma de contrato social que nos proporciona paz social, cohesión, equidad, igualdad y progreso. Tenemos un grave  problema y una perversión en los entresijos de las reglas del juego democrático cuando esto se olvida y se suplanta con el único fin de mantener la influencia, el poder de unos pocos sobre otros muchos y la referencia individual y caciquil como método de la acción política.
Desprenderse de los elementos básicos, colectivamente aceptados, que han venido contribuyendo de manera muy efectiva a evitar la fractura social, sería un error de incalculables consecuencias para la convivencia en el futuro, para la generación de riqueza y para su justa distribución.
En cualquier responsabilidad de gobierno de las cosas, cuando ésta se lleva ejerciendo durante dos años, uno debe ser reo de sí mismo en exclusiva, de todo lo que entraña precisamente esa responsabilidad, en las acciones y en las omisiones, en los aciertos y errores, así como en la determinación de la capacidad o incapacidad a la hora de desarrollarla.
En política, esto debería ser aún mucho más concluyente a la hora de ser evaluado, pues el contrato firmado con la ciudadanía en las urnas y expresado parlamentariamente en la investidura es sagrado. También tendría que ser un principio rector de la democracia parlamentaria muy valorado por los ciudadanos y consiguientemente de alta consideración y celo para quienes se someten a su veredicto, personas y partidos. Se elige para gobernar una situación colectiva durante un periodo concreto, de cuatro años en este caso; no para rememorar constantemente el pasado ni para un aprendizaje, a modo de preparatorio constante, sobre el siempre por venir e incierto futuro.
Concernidos por estas premisas debieran estar todos, incluso quienes conformamos la sociedad civil. Por supuesto el gobierno y la oposición sea del signo que sea, aspire a gobernar o no, o sólo a condicionar la acción de gobierno, a ser alternativa, a todas estas cosas o a ninguna. Ante una ley o decisión concreta, un voto afirmativo, negativo o abstencionista es determinante para que el resultado afecte en una dirección u otra. Nadie debe escabullirse o intentar sortear la evaluación. Cada uno de los votos y los grupos que los sustentan y emiten tienen el mismo valor de responsabilidad a la hora de la evaluación, con independencia de su resultado en la configuración de las mayorías necesarias, pues esos votos han sido conscientes, voluntarios y comprometidos en función de los intereses con los que se han configurado y previamente presentados a la sociedad.  
La ciudadanía no debemos ser tolerante con las actitudes de quienes sirviéndose del juego democrático, desarrollan una acción de gobierno como una constante secuencia de escenas, configuradoras de un circo mediático en clave de película de política-ficción. De la misma manera deben considerarse aquellas otras, que moviéndose desde la oposición en el terreno de la alternativa y la propuesta, ignoran que a veces la falta de credibilidad viene dada por no considerar que la coherencia es un valor insustituible en el antes y en el ahora y por no interiorizar aún que cualquier tiempo pasado también pudo ser peor. Igualmente rechazable es la actitud de quienes hacen del “ponerse de perfil” todo un manual táctico, como estrategia del ser o parecer sujeto político.
Si a día de hoy, como electores en las autonómicas de hace dos años, nos pidieran desde el Parlamento extremeño un balance sobre las cinco cuestiones que más nos preocupan e influyen en nuestra vida ciudadana y con ello poder configurar el debate sobre el estado de la región, inequívocamente y aún siempre con algunas desviaciones lógicas de una sociedad muy plural, habría una amplísima coincidencia sobre las inquietudes y sobre el calificativo global del estado actual de Extremadura.
Seguro que nefasto, incierto, preocupante, empobrecido, etc., serían alguno de estos calificativos; figurando el paro, la sanidad, la educación, la falta de expectativas, la atención a las personas dependientes, etc., probablemente como aquellas cuestiones más repetidas. Si esto fuera así, sus señorías lo deberían tener fácil, sobre todo desde los resortes del Gobierno. Cuatro o cinco ejes centrales de preocupación, análisis exhaustivos y rigurosos para delimitar y acordar entre todos propuestas concretas en base a las demandas y realidades ciudadanas.
A mí, además, me gustaría ponérselo más fácil aún a sus señorías. Y de las cinco grandes preocupaciones me centraría en una: el paro desde la perspectiva de la recuperación de la ocupación.
En estos dos años, como consecuencia de una nula e inexistente política de acompañamiento al tejido productivo y empresarial existente y sin objetivos de políticas sectoriales y de inversión, se han destruido 44.600 empleos en la región, 36.400 asalariados, casi 10.000 fijos, y 8.200 por cuenta propia entre los que figuran desde autónomos dependientes hasta empresarios pequeños y medianos.
Hablando socioeconómicamente pues, Extremadura está en un estado calamitoso, en su doble acepción. Por un lado, por el destrozo del mercado de trabajo, consecuencia fundamentalmente de la caída experimentada en la ocupación durante toda la crisis, pero muy especialmente en los dos últimos años. Por el otro lado, Extremadura está triste, inmersa en un desasosiego y en una incertidumbre, consecuencia de la incapacidad del aparato de gobierno de la Comunidad para generar una acción política concertada que propicie certidumbres y esperanza.
Extremadura entera, los próximos 11 y 12 de junio, tendrá fijos los ojos y el corazón en la Asamblea, en eso que llaman el Debate del Estado de la Región. Será la Extremadura de todos los colores y necesidades, la que emprende con su trabajo e iniciativa diaria, la que resiste a pesar del paro y la falta de protección, la de los jóvenes y la de los mayores, la de las mujeres y la de los hombres.

No decepcionéis a esta Extremadura recia y comprometida, aunque a veces también un poco pasota. Cosas sencillas, para comer, para trabajar, para educar y sanar a la población de manera igualitaria, para proteger a las personas, para disponer de ilusión y de futuro, para creer en la política… Y por favor, no os saquéis “conejos de la chistera”, de última hora, que aquellos tiempos en los que estos debates aguantaban una legislatura entera con una refinería, un aeropuerto o una nueva autovía, ya nunca volverán.

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