El poder, en todo su amplio espectro, siempre ha utilizado todos
los resortes para ser ejercido de forma implacable.
En otras épocas y aún hoy en ciertos lugares, la represión,
la cárcel y la persecución del disidente, incluido el asesinato, han sido
formas ampliamente utilizadas con tal de preservar los intereses de las clases
dominantes.
Actualmente en las sociedades desarrollas como la vieja
Europa, el poder de sus clases
dominantes se ejerce de forma más sutil pero con el mismo objetivo: reducir a
la mínima expresión el control desde la mayoría social, los dominados, hacia los
pocos dominantes, los que acaparan realmente dicho poder, que cuanto mayor sea,
mejor para sus intereses.
Y es aquí donde estorbamos aquellos intermediarios sociales de
naturaleza colectiva, horizontal y de clase. Porque ellos, los dominantes, no
quieren colchones, no quieren compartir su poder. Les viene mejor el corporativismo,
la dispersión del individuo e incluso el conflicto descontrolado. Mientras,
algunos siguen desojando la margarita… Ilusos, es el poder… Sí el poder.