
Fue también preludio de la Segunda Guerra Mundial, de
millones de muertes y de una Europa rota y desangrada. Una Europa entonces impregnada
de nacionalismos excluyentes que se miraba en un espejo de viejos imperios de otro
tiempo.
Hoy el Viejo Continente vuelve a retroalimentarse de
fanatismos, xenofobias y nuevos nacionalismos. Toman vida los fantasmas de la
pobreza, la desigualdad y la corrupción y una constreñida democracia carente de
liderazgos nos recuerda que el peligro de las Españas machadianas sigue
latente. Sólo los pueblos desconocedores de su historia están condenados a
repetir los errores.
Cierro con un canto de “Salud, trabajo y libertad” en recuerdo
de quienes entonces estuvieron con la causa popular.