Hemos sabido por el Instituto Nacional de Estadística que
Extremadura tiene 6.400 habitantes menos que hace un año. Somos poco más de un
millón ochenta y cinco mil personas en la región.
Desde 2009 para acá hemos perdido casi 12.000 habitantes (40%
debido al saldo vegetativo, 60% a la emigración) y las proyecciones nos indican
que en 2029 seremos poco más de un millón cincuenta mil personas. En apenas
veinte años perderemos los habitantes equivalentes a la ciudad de Mérida.
Esto, que pasa desapercibido para la mayoría, debiera ser una
de las máximas preocupaciones para la política regional. La continua pérdida poblacional
es quizás el mayor factor de riesgo en el ámbito socioeconómico.
La Junta de Extremadura debe afrontarlo y priorizarlo de
forma inminente. Para atajarlo, lejos de los consabidos “cheques bebes” y
similares, se necesitan políticas públicas potentes de acción positiva para la
igualdad de oportunidades y fuertes inversiones para la activación económica y
el empleo.
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