Al parecer, Monagus quiere aprovechar el día del padre para
comparecer en el Senatus de Emerita y que propios y extraños, a los cuatro años
de su coronación, le entonen alabanzas por sus conquistas.
Aparecerá con todas las falanges de sus dedos intactas. No se
atrevió a cortárselas, tras incumplir sus promesas y a pesar de haberlo
prometido cuan héroe heleno. De sus viajes a la tierra de los atlantes y a la
del Gobernador Pilatos sólo quedan parcos recuerdos para los escribas y nulos
réditos para el pueblo.
Malvendió nuestras escasas posesiones en la Lusitania y de las
prometidas minas y placas solares, nada de nada. Chapuzas varias en las ITV y
en los vuelos del avión, sí… Cánticos de bardos romanos y bárbaros, también.
Pero el populacho ahora es más pobre, está convulso y hay que
ofrecerle “pan y circo”. Del pan se encargan los comedores sociales; del circo,
Monagus y sus centuriones.
Como Cesar, cogió el cetro en el Museum y ahora quiere acabar
en el Anfiteatrum jugando al pádel.
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