El pasado viernes una amiga me envió el siguiente mensaje de whatsap: “Ha muerto Cohen y Trump gana las elecciones en Estados Unidos, mala pinta tiene esto”. Efectivamente, me dije, mucho más que mala pinta.Y de inmediato se me agolparon un sinfín de pensamientos relacionados con ambos personajes.
La voz quebrada y profunda de Leonard Cohen, junto a su música, denunciando el desequilibrio mundial, la guerra, el hambre y la desigualdad, querían sobreponerse en mi cabeza a la del Cowboy neoyorkino, pendenciero, machista, xenófobo y su concepción cuasi fascista del mundo presente y del futuro.
Ojalá y se tratara sólo de un problema de lírica. Pero no, es todo un retroceso a posiciones ideológicas y geoestratégicas de los años más aciagos del siglo XX: Reino Unido, Rusia, China, EE.UU… ¿Alguien da más? ¿Y Europa?.Europa, que siga silbando, su próxima parada en primavera con las presidenciales francesas.
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