Diez meses después de desaguisados varios y la demostración
palmaria de la escasez de compromiso y talento de las plantillas que configuran
nuestras herramientas políticas, comienza a andar una nueva legislatura llena
de incertidumbres.
Lo hace en un contexto internacional donde aumenta la
desigualdad, se deteriora el modelo social europeo y empobrecen las clases
populares. Un mundo cada vez con más fronteras para las personas, donde se
agudizan teorías y sentimientos de valores ideológicos y éticos que nos
retrotraen a planteamientos de principios del siglo XX, causa en parte de los
momentos más aciagos vividos por la humanidad.
España con la economía creciendo por encima del 3% es incapaz
de sanar las heridas generadas por la crisis, las equivocadas políticas
desarrolladas y por la aplicación de un rodillo de cerrazón ejecutiva y
legislativa, alejado del diálogo y la concertación. Con un tejido productivo
desvencijado también por la falta de voluntad durante los años de bonanza para hilvanar
políticas fiscales, educativas e industriales para su reforzamiento y
diversificación, incrementando productividad, valor añadido, sinergias y empleo
de calidad.
Una España con grave riesgo para la cohesión social, donde
crece el individualismo y donde la toma de decisiones complejas que afectan al
todo y a todos, hay quienes las simplifican hasta un elemental sistema binario
sin gama de grises. Dificultad también para la cohesión territorial, pues más
allá de la gravedad del secesionismo de algunos, hay otros que plantean
políticas fiscales, de infraestructuras, comunicaciones y financiación autonomíca que no deparan sanos
augurios.
Aquí en la Extremadura de nuestras añadidas miserias es necesario
un shock, un golpe de timón acompañado de liderazgo político y social, sensato
pero contundente que, desde un análisis riguroso de carencias y posibilidades,
centre el tiro en afrontar el futuro con certezas para el mantenimiento de los estándares
de sostenibilidad y bienestar hoy existentes. Con la obligatoriedad de un compromiso
colectivo para una mayor convergencia en progreso económico, social y empleo.
En este escenario y sin minusvalorar la importancia que los Presupuestos
autonómicos tienen para el sostenimiento de las políticas públicas y el empleo,
comprendiendo que las fuerzas políticas, la Junta y algunos más nos
enfrasquemos estos días en su debate, sería muy conveniente salir de la rutina y
trasladar a la ciudadanía con pedagogía y trasparencia que el Presupuesto da sólo
para mantener el “tran-tran” cotidiano, pero que es insuficiente para sacar a
la región de la obsolescencia, enfocando un futuro basado en la economía
productiva y el empleo de calidad.
Tenemos un problema estructural de insuficiencia financiera
porque los ingresos corrientes son insuficientes para soportar el gasto
corriente. Somos de las comunidades con mayor déficit, una deuda pública que supera
el 22% del PIB, soportando el mayor esfuerzo fiscal del país, al límite de la
saturación. Tenemos una incapacidad manifiesta para atender inversiones perentorias
educativas, sanitarias, comunicaciones, investigación,
innovación, etc.
Aun así estamos obligados a hacer los deberes que nos corresponden,
probablemente con más empeño que otros, pero solos no podemos. Es imprescindible
la voluntad inversora del Estado; más cuando disponemos la renta media más baja
del país, altísima tasa de desempleo, una
población cada vez más envejecida, dispersa y escasa y una estructura económica
desequilibrada, poco productiva y a veces muy dependiente de factores climatológicos
y subvenciones (sector primario).
Debiera demandarse al gobierno de España para esta
legislatura al menos las siguientes cuestiones, haciendo de ellas verdaderos
hitos reivindicativos para la ciudadanía, la sociedad civil, las instituciones
y el conjunto de fuerzas políticas:
- Inversión extraordinaria de
3.000 millones de euros en infraestructura ferroviaria (diferencia presupuestado hace doce años
y ejecutado aquí hasta hoy en alta velocidad). Priorizar electrificación
de las conexiones con Madrid.
- Inversión productiva y de mantenimiento
en infraestructuras y redes de comunicación física y digital, acompañadas
de políticas activas de empleo eficaces para hacer retornar buena parte
del conocimiento emigrado, asentándolo en sectores relacionados con la investigación,
la transformación industrial, digitalización, robótica, comunicación, etc.
- Garantía para la suficiencia y
sostenibilidad de los servicios públicos esenciales desde un Sistema de Financiación
Autonómica, como mínimo que contemple la financiación finalista de los
éstos, especialmente sanidad.
- Modificación legislativa que
adecue el techo de gasto de las distintas administraciones públicas para
garantizar la cohesión, la activación económica y el empleo.
Confluyamos desde todos los sectores para salir de la
resignación y conseguir estructurar una sociedad sensibilizada, movilizada, más
dinámica y capaz de capitalizar y desarrollar todo su potencial colectivo.
Extremadura necesita hoy gargantas que rememoren y entonen
con entusiasmo, convencimiento, tenacidad, con ética y dignidad el viejo grito
del jefe de estación, banderola en mano y silbato, aleccionándonos a no perder
el tren.