Ayer, elecciones francesas con una derrota sin paliativos de
la vieja y nueva izquierda. Dos candidaturas dilucidarán el 7 de mayo quien
ocupa la Presidencia de la República: la cuasi fascista Le Pen o el liberal sin marca, Macron.
Quizás lo sucedido ayer tenga que ver con el coqueteo de los
socialistas franceses primando políticas que han empobrecido a las clases
trabajadoras, sobre otras más solidarias e igualitarias. Y también ese afán de las
nuevas izquierdas de liderar, no se sabe qué, sobre terreno calcinado como
meros observadores del derrumbe del Modelo Social Europeo.
Aquí en Extremadura y España sabemos bien qué es ese coqueteo,
a dónde conduce el liderazgo del “no se sabe para qué” y también en qué
consiste eso de frenar a la derecha desde los parlamentos, sobre la base de un
pacto que no parezca que lo es.
Otra vez la historia nos pone frente al espejo francés. Libre
somos los españoles de enfrentarlo o soslayarlo.