miércoles, 17 de septiembre de 2014

REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA A BORBOTONES. Artículo publicado en el diario Hoy el lunes 22.09.2014


Lo de “la regeneración democrática” parece por fin habitar entre nosotros. Otro cantar será si es por convicción, por interés electoral, por necesidad de supervivencia o por una mezcla de todo ello.
Estarán conmigo en que el desenfreno en este terreno no tiene límite y cualquier propuesta, por estrambótica que pueda parecer, se hace ahora solemnemente en nombre de la regeneración democrática. Desde instaurar un régimen presidencialista autonómico o de alcaldes, cuasi caudillista, hasta propiciar la elección de parlamentarios en listas nominales sin el concurso partidario. Por poco cuela, si no fuera porque quien esto propone, previamente, ha  abominado de la ideología y de los propios partidos como herramientas de participación colectiva y democrática.
Estando en estos dimes y diretes, miren por dónde, me invitan el pasado  16 de septiembre a comparecer ante la Comisión de Economía de la Asamblea de Extremadura.  Querían, según me señalaban, conocer la visión de Comisiones Obreras sobre la situación socioeconómica de Extremadura y sus perspectivas de futuro. Buen momento para el análisis, la reflexión y la aportación de ideas, me dije. Está muy bien, sí señor.


Doy la bienvenida a cualquier iniciativa  de la política para contactar con la sociedad civil, agentes sociales y económicos, personas expertas, colectivos, consultoras, etc.; aunque pareciera un poco tarde por estar sólo a  ocho meses de las elecciones. La situación es tan funesta tras seis años de intensa crisis que bien merece la pena.
Durante este periodo hemos asistido al destrozo del empleo y de las empresas productivas, al deterioro de los pilares básicos del Estado Social que logramos construir para proteger a las personas más necesitadas y al empobrecimiento paulatino producido por el alto desempleo y la brutal devaluación salarial.
Todo lo relacionado con el Parlamento me merece mucho respeto. Por educación y convicción he logrado combinar mi vena izquierdosa con un profundo formalismo democrático. Y si uno ya de por sí, con ese conductismo propio de los que desde niños bebimos de la ideología del trabajo, es algo autoexigente; en esto de prestar atención a la institución parlamentaria, lo que haga falta, con rigor y responsabilidad.
Así que tras varios días de curro, consultas, recopilación de datos, reflexiones y propuestas, me preparé una docena de folios y con ellos me fui puntual a la cita, dispuesto a pormenorizar, debatir y concluir con sus señorías todo aquello que consideraran oportuno, asumiendo de antemano su pluralidad política y diversidad ideológica, como es lógico y natural.
Resultaba interesante tener la oportunidad de exponer de manera directa, por poner unos ejemplos, que en Extremadura más de 50.000 personas mayores de 45 años a lo mejor  no vuelven a trabajar más en su vida; que poco más del 1% de los contratos que se firman en la región son fijos a tiempo completo, que los asalariados hemos perdido casi mil millones de euros en estos años y que ya sólo nos quedan 25 empresas industriales con más de cien empleados.
Al llegar supe que la comparecencia era más restringida de lo que yo pensaba respecto de personas y colectivos intervinientes: sindicatos y empresarios solamente. También que la iniciativa no era de todos los grupos, sino sólo de uno.
Entonces me rondó en la cabeza que a lo mejor lo de debatir en sede parlamentaria y buscar soluciones colectivas no era tan compartido como yo creía. Aunque carecería de sentido  un hipotético paripé cuando tanto  se exalta ahora la regeneración democrática.
En la sala esperaban tres de los cuatro grupos representados en la Asamblea. Uno no asistió y otro se ausentó cuando empecé a leer, volviendo cuando me estaba despidiendo. Sólo quedaron dos grupos para escucharme, los más numerosos.
El presidente de la Comisión me recordó a un  maestro que tuve de niño, que nos explicaba las matemáticas como echándonos una bronca y empecé a pensar que aquello no terminaría bien. Efectivamente, llevando quince minutos de lectura  y próximo a finalizar el análisis del periodo de 2008/2013, cortó mi intervención diciendo que el tiempo se había acabado. Sus señorías pues, se quedaron sin escuchar nuestras conclusiones, reflexiones y propuestas.  La verdad es que mucho entusiasmo y empeño tampoco les vi.
Pueden imaginar que a esas alturas, mi idea de “todo por la causa” ya se había tornado, empezando a pensar que cada cual tenía su propia causa y que cada vez éstas tenían menos que ver con la mía. ¿Y las causas de los de fuera de allí que tan mal lo están pasando?
Pero no se terminó aquí: los portavoces de los dos grupos, cada uno en su turno, sacaron las mismas letanías que tienen aprendidas para sus ruedas de prensa y dispusieron de mí y de la parte de intervención que me dejaron ofrecer como si de una pelota de pimpón se tratara.
El presidente me invitó a despedirme por tiempo de diez minutos cuando el último de estos portavoces acabó de escucharse a sí mismo; yo me había percatado con anterioridad que también sólo me había escuchado a mí mismo.
Empleé solamente un minuto en la despedida, lo que tardé en expresar mi decepción. El resto del tiempo, a la vista de la situación calamitosa que está viviendo mucha gente y de la necesidad de una verdadera y profunda regeneración democrática, efectiva y no propagandística, he preferido dedicarlo a contárselo a todos ustedes.
Julián Carretero Castro. Secretario General de CCOO de Extremadura. 



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