EL ESTADO DE
EXTREMADURA: NO A UN DEBATE REDONDO
Julián Carretero
Castro. Secretario General de CCOO Extremadura
La atonía de la economía
extremeña, propiciada por las políticas austericidas imperantes en España y
Europa, de las que Monago es fiel adalid, además de la degradación que está
ocasionando en los servicios públicos esenciales, en los sistemas de protección
y el empobrecimiento de las personas, está desguazando el tejido productivo
regional y como consecuencia, propiciando un deterioro galopante de nuestro
mercado de trabajo.
El cumplimiento del déficit
en los ejercicios 2012 y 2013 en su mayor parte fruto de ingenierías contables
e ingresos de ejercicios anteriores, para Monago ha sido un objetivo en sí
mismo, desprovisto de políticas de acompañamiento para la activación económica, productiva y del empleo,
además aderezado con un comportamiento indolente de entender la acción política,
que traspasa la decencia y la ética, como en el caso del retraso voluntario de
la aplicación efectiva de lo presupuestado para la Renta Básica en 2013 o la
reducción conscientemente de las partidas propias para atender primeras
necesidades de personas y familias, trasvasando a entidades privadas
caritativas, en un ejercicio cínico de caridad ajena, la obligación constitucional
del Estado, que estatutariamente tiene asignada la Junta de Extremadura
Así, el logro del déficit lejos
de ser la gran ventaja comparativa para la economía extremeña que pretende vender, es
una pifia más de su inacción política, que lastrará el futuro, si no se remedia,
y se sigue persistiendo en los mismos errores y en la misma actitud.
La riqueza regional alcanza
ya una caída acumulada en los dos últimos años por encima de los 4 puntos. El
PIB/habitante se sitúa en 15.026 euros, el más bajo del país, alejándonos al
galope de la convergencia nacional y europea. La deuda pública lejos de
estabilizarse se ha disparado en más de 650 millones de euros en los dos
últimos ejercicios.
El ajuste fiscal “sin ton ni
son” deja en un erial desolador y con muchas dificultades de futuro al tejido
productivo extremeño y a su mercado de trabajo.
El crédito vivo a familias y
empresas ha caído en más de 6.000 millones de euros desde 2007 y la
desaparición total o parcial de empresas desde 2008 es bien palpable. Monago desde
que llego al poder acumula en su mochila 42.000 empleos destruidos y 46.000
nuevas personas paradas.
La economía extremeña sigue
destruyendo empleo y el paro sólo disminuye porque la gente emigra, desespera y
desiste. Más de 63.000 parados llevan más de dos años buscando empleo.
Extremadura ha perdido 8.500 y 6.400 habitantes en los dos últimos años, lo que
no ocurría en los últimos 18 años.
Crece el riesgo de
descohesión social de manera alarmante, al disminuir la cobertura en la protección
por desempleo, las rentas salariales y las pensiones. Más de 65.000
personas carecen ya de prestación o
subsidio alguno, la renta básica, tras un año de su aprobación, ni está ni se
le espera y el índice de pobreza alcanzó ya el 34%.
Con este panorama, el llamado
“debate del estado de la región” de los próximos días en la Asamblea de
Extremadura, aún viciado por Monago al hacerlo coincidir con el inicio de la
campaña electoral de la europeas, con una argucia de perversión democrática para
sustraer los intereses de la ciudadanía a los propios electorales, no puede ser
uno más de la autocomplacencia y la propaganda.
No debe consentirse que sea
un debate redondo, configurado en exclusiva para el interés mediático y de
autoafirmación del personaje. Por contra, debe exigirse un debate en el que impere la política de la
verdad, frente a la política de la mentira y del anuncio que luego no se
sustancia en nada y se desinfla con el paso del tiempo. Debe propiciarse un
debate con las aristas y alternativas necesarias para que la gente percibamos
que allí se está hablando de nosotros, de nuestra realidad y de las soluciones
que necesitamos.
No puede ser un debate
redondo. Debe ser un debate para analizar y enmendar lo mal hecho, para trazar
planes y buscar alianzas políticas, sociales, económicas y de las distintas
administraciones. Un debate para el diálogo social y la concertación. Un debate
de planes de choque que detengan la sangría de las múltiples heridas por las
que supura Extremadura.
No puede ser un debate
redondo. Debe ser un debate para comprometerse de verdad con ese 32% de
personas paradas, con esas empresas en crisis y esos sectores que se hunden en el
lodo, con ese tercio de personas en el umbral de la pobreza, muchas de las
cuales carecen ya de las condiciones mínimas de supervivencia.
Un debate para que no sigan
deteriorándose los servicios públicos esenciales y de atención y protección a
las personas. Un debate para mantener vivo nuestro ámbito rural y nuestro
modelo social de convivencia. Un debate para hablar de futuro y esperanza, de
jóvenes, formación, innovación, inversión, políticas sectoriales y modelo de
desarrollo.
Extremadura no puede
permitirse otro debate redondo más, configurado en exclusiva para la fabricación
de noticias, factos y ocurrencias varias, con el solo objetivo de asegurar el
poder y la supervivencia de jefes y jefecillos. No, no se puede y no sería
legítimo.
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