Hace cincuenta y seis años Blas y Paca, aquel jornalero de Higuera la Real y aquella señorita de pueblo aprendiz de maestra, comenzaron a ahormar mi vida.
Años difíciles, de sacrificio, trabajo duro y restricciones. Años de carburo y candil, de cortijo, jara y encina. De gañanes sostenidos sobre la besana a base de garbanzos y gazpacho. Años de bombilla de veinticinco “bugías” y de beneficencia municipal, de miedo colectivo oculto tras los velos de misa y boinas de aquellos que retiraban su mirada al señorito.
Años de emigración y maleta de cartón, de vendimia francesa, sueños suizos y acero alemán; de autobuses piratas camino de Madrid, Lérida, Barcelona o Bilbao. Años de sueños, de aprendizaje y de esperanza…
En aquellos años, Paca y Blas me dirigieron hacia lo que soy. Me inculcaron los valores del trabajo y me trasmitieron dignidad. Me abrieron el camino irrenunciable hacia la libertad y la igualdad.
Aunque no están, Paca y Blas siguen orientando la reciente tercera generación de entonces. Salud Víctor!!
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