En esto de los viajes Monago ha conspirado contra sí mismo. Sólo
él se ha trabado en el regate, rompiéndose sus propias piernas. Se ha comportado como futbolista malo de “pachanga”
de colegio. Ha mareado tanto el balón que al final, el gol, se lo ha metido en
su propia portería. Para colmo, su entrenador y el resto del equipo le han sacado
a hombros y cantado el “alirón", como campeón de un partido que ha tenido un
claro perdedor: el pueblo extremeño.
¡Qué lástima y qué pena! Pero sobre todo, que oportunidad perdida de Monago y Rajoy para
restablecer la ética y la honestidad política, la credibilidad institucional y
democrática.
Más allá de otras cuestiones graves, Monago ha mentido y tratado de embaucar a los ciudadanos, cometiendo con
ello el mayor pecado para un presidente elegido democráticamente y máximo representante
del Estado en la región; con lo que el mismo se ha auto invalidado para
establecer cualquier nuevo contrato con la ciudadanía y con Extremadura.
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