lunes, 17 de febrero de 2014

EN DEFENSA DE LA POLÍTICA

El diario Hoy de Extremadura publica hoy el artículo " En defensa de la política" de la socióloga y profesora de la UEX Beatriz Muñoz. En el mismo, Beatriz hace una reflexión en defensa de la política, de las ideas, de la confrontación ideológica y del compromiso de los agentes políticos, personas y partidos, con la ciudadanía para el debate y la propia acción política. Reflexión que se extiende al mal  que a la democracia y a la propia política en sí están haciendo políticos, gurús y asesores propagandistas, que entienden a los ciudadanos sólo como meros objetos de marketing, de compra- venta de un producto (las ideas, la acción política) pre-cocinado previamente en gabinetes al efecto, sin importar para nada las acciones y su impacto real sobre las personas, sobre su bienestar y sobre el proyecto democrático en sí mismo.
La autora ve en este mal, causa importante de la desafección imperante en la actualidad hacia la "política" y las instituciones .
Pero como lo mio no es el comentario de texto y el artículo es a mi juicio impresionantemente bueno y esclarecedor, he obtenido permiso de la autora para subirlo integro a este Blog, así como para darle desde el mismo la máxima difusión y poder así hacer extensivas, las reflexiones en él contenidas, a cuanta más gente, mejor. Gracias Beatriz por este artículo, por tu compromiso socio político permanente y por tu permiso, claro. Y gracias, como no, a cuantas personas a través de este Blog os hagáis eco del mismo y querríais compartirlo.


EN DEFENSA DE LA POLÍTICA

Beatriz Muñoz González
Profesora de Sociología en la Universidad de Extremadura


(Artículo publicado en el diario HOY el 17 de febrero de 2014)


Asistimos a la expansión de una categoría profesional en el staff de los partidos. Extraña mezcla de creadores de opinión, consultores y asesores personales. Mitad activistas, mitad teóricos; entre agitadores a tiempo parcial o estrategas a tiempo completo; cocineros de encuestas unos, sociólogos otros... Cada caso concreto presenta rasgos específicos o enfatiza alguno, pero todos son,  en definitiva y en la política española, sus "Marshall Ganz", el gurú de la campaña electoral de Obama en 2008, pero con las peculiaridades del Celtiberia Show.

Ya estaban inventados, pero su presencia en los medios de comunicación es creciente. Son los hombres de moda en política y han ido adquiriendo un excesivo protagonismo en ella, pues parece que los resultados electorales y, por tanto, la posibilidad de ejercer la acción de gobierno, dependa más de eslóganes e ingeniería mediática que de las ideas y su debate. Otra dimensión de un fenómeno que ha ido desplazando la atención del mensaje al mensajero: de las noticias del corazón a los periodistas del papel couché, de la economía a los economistas, de la opinión a los constructores de opinión.

Vender bien en política es muy importante, pero cuando los estrategas y vendedores de ideas adquieren más protagonismo que éstas, la democracia se debilita. Quizá no nos hemos parado a pensar en cómo este fenómeno contribuye a la desafección ciudadana hacia los partidos: si es una cuestión de ventas y las ideas no son importantes, la política se convierte en una carrera por vender más y mejor, y deja de ser la confrontación de ideas para organizar la sociedad de la mejor manera posible y así resolver los problemas de las personas.  Si las ideas desaparecen, se convierten en frases publicitarias o no se ven, el “todos son iguales” para calificar a los partidos llega solo.

Estos diferentes planteamientos sobre la organización de la sociedad tienen, además, un nombre: “ideología”, que resulta ser una palabra constantemente denostada por los vendedores. ¿Qué debemos entender cuando un presidente de gobierno dice que la ideología no tiene que introducirse en asuntos de Estado como la sanidad o la educación? ¿Acaso defender una sanidad pública es ideológico y no lo es defender, contra toda evidencia, que su gestión privada es mejor? ¿Acaso introducir la religión en la escuela como materia evaluable, con el mismo peso que las matemáticas, no es ideológico? ¿No es ideológica una subida de impuestos indirectos mientras los directos que gravan las rentas más altas no se tocan? ¿No hay ideología en bajar el IVA de las obras de arte y antigüedades y mantenerlo tal cual en el teatro o el cine?

Negar las ideas en política es desnudarla, algo que solo puede responder al empecinamiento de quienes quieren erradicar el debate e imponer la lógica de la apariencia y la impostura, consustanciales al engaño y la mentira que, por cierto, casan muy mal con la democracia.  En ésta hay debate y confrontación de ideas, de IDEOLOGÍAS. La popularidad y el protagonismo en partidos y gobiernos de muchos gurús del marketing y la estrategia contribuyen a ocultarlas, eliminarlas o a reducirlas a meros eslóganes debilitando la democracia.

En cualquier caso, si tuviese que elegir a alguno de ellos, me quedaría con Marshall Ganz, básicamente por un motivo: no llegó a liderar la organización de la campaña de Obama de la noche al día, con un título de Yale o Harvard o con experiencia en empresas de mercadotecnia o análisis político de más o menos prestigio debajo del brazo. Un año antes de terminar sus estudios los abandonó. Durante años se bregó en la calle, se hizo en ella:  asociaciones de agricultores, sindicatos, ONGs… Un curriculum vitae repleto de un activismo social sin sospecha - matiz importante-  encaminado a mejorar la eficiencia de organizaciones sin ánimo de lucro en el ámbito del desarrollo comunitario fundamentalmente. En 1991 regresó a Harvard para terminar sus estudios, quería soporte teórico a su praxis; habían pasado 28 años desde que se fuera. En el 2000, con 57 años, obtuvo su doctorado en sociología y posteriormente su puesto como profesor de Políticas Públicas en esta universidad. No se trata, por tanto, de una carrera meteórica de un brillante graduado universitario. Si en 2008 lideró la campaña electoral de Obama fue por su extraordinario bagaje en organizaciones de base, no por sus credenciales académicas, sus trajes elegantes o sus modales de pijo. El perfil de Ganz no es garantía de que la política no se acabe convirtiendo en marketing, pero al menos me ofrece más credibilidad porque refleja  una trayectoria centrada en transformar la realidad desde abajo. En Celtiberia Show, hacemos las cosas de otra manera. Todo más rápido y sobre otros cimientos. Distinto.

Así las cosas, esta reflexión no estaría completa sin aterrizar en el terruño. Respecto a él cabría preguntarse si en el futuro los manuales de Ciencia Política de Yale o de Harvard analizarán, como estudio de caso, el experimento extremeño Redondo-Monago. Quizá acaben resaltando sus resultados electorales si estos son buenos en elecciones futuras; quizá se refieran al fiasco de sus resultados económicos tal y como están evidenciando las cifras de paro y pobreza. Los resultados electorales se ajustarían a las pretensiones de poder de un partido; los económicos no lo harían a las de bienestar de una ciudadanía convertida en el  público de una campaña publicitaria  permanente, mientras sus salarios, derechos y trabajo se desvanecen. Son los efectos de privilegiar el marketing sobre la política: lo imaginario se impone a lo real, la atención se desvía hacia lo superfluo y secundario y la ciudadanía sale perdiendo.



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