Mientras el Partido Popular y Rajoy, este fin de semana en
Valladolid, se entregaban a la autocomplacencia, casi rozando el insulto a la
ciudadanía con la que nos sigue cayendo encima y lanzando de lleno la campaña
electoral europea con prepotencia, incluido el intento de silenciar la
discrepancia; ayer en una cadena de televisión se producía un debate un tanto insólito:
el cara a cara Artur Más - Felipe González.
Encima de la mesa uno de los problemas trascendentales que
hoy atraviesa el Estado y la democracia española: la cuestión de Cataluña. Y un debate insólito, decía, por
los protagonistas, las formas y el contenido. González miraba insistentemente a
los ojos de Más, mientras que éste buscaba inseguro la complicidad de Évole
para salir del atasco.
González apabulló y convenció, mientras Más, en el océano
proceloso, intentando salir de la villanía para aspirar ser héroe patrio… ¿Pero
y los demás?. ¿Los de Valladolid y los otros? ¿Donde andan?... Mala solución si
González tiene que ser la solución de propios y extraños.
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